miércoles, 3 de noviembre de 2021

3 Andelko Branimir

 —Mi señor, me informan el trío de imbéciles que envío para traer al Mon seigneur que están en camino... Al parecer alguien hirió al príncipe...— 

El Mon seigneur, era un poco complicado explicar quién era él. Andelko, mirando a través de los enormes ventanales de la catedral donde solían encontrarlo siempre, frunció el seño. Llevaba las manos enfundadas en los bolsillos de su pesada capa de cuero rojo.


Sus súbditos sabían que estar cerca de él siempre había implicado un peligro inminente, de no ser por su control de carácter, habría asesinado a la mayor parte de su personal, pero éso no quitaba su frialdad a la hora de escoger un mal menor, sacrificando a uno que otro vampiro de sangre sucia.

Andelko Branimir, el patriarca del clan. No podemos decir que lleva poco al mando, de echo es tan conocedor del arte de gobernar como uno de los ancianos de la junta. 

Y éso lo volvía un peligro inminente, nadie comprendía cómo maquinaba su percepción del bien y el mal, el echo de nunca tener la certeza de las reacciones que Andelko convertían a sus sirvientes en un manojo de nervios la mayoría del tiempo.

—Lastimaron a mi príncipe.— Repitió Andelko, su voz grave hizo estremecer a su mano derecha, Sans Duo, un muchacho de cabello rubio con casi las mismas décadas de Andelko, era el hijo del capitán de guerra del imperio, era muy buen estratega, pero contrario a lo que la costumbre dictaba, Sans no era demasiado valiente, ni tenía la misma sed de sangre que el patriarca, su amigo de infancia y casi hermano.

—... Dijeron que pasaban la frontera en doce horas, me entregarán al Mon seigneur en la entrada de la ciudad al amanecer, me tomé la libertad de ordenar un caballo para tí también...— 

—¿Para qué querría yo un caballo Sans?— 


—Bueno... supuse que querrías conocer a tu futu...— 


—Deja de suponer por mí, tengo que recibir a mi padre, no puedo ocuparme de asuntos que puedes llevar tú perfectamente.— Andelko no se dignó ni a mirar a su mano derecha, él sin encambio clavaba sus mirada en las esculturas de los santos manchados en sangre y golpeados que adornaban los pasillos de la catedral.


—Opino que sería un detalle relajante para el mon seigneur, ah sido sometido a mucha presión mi señor.— Sans ya acostumbrado a la actitud del joven patriarca, giró la mirada en un discreto acto de soberbia y obviedad, los gestos solían de Sans en varias ocasiones eran pasados por alto gracias a la poca atención que Andelko prestaba a su persona, pero en ésta ocasión no fué así, Andelko indignado lo miró sobre su hombro y en un rápido movimiento lo abofeteo. 


—Pero que insolente te eh vuelto.— Sans permaneció cohibido y estático en su lugar, las manos le temblaban y su labio luchaba por dejar de temblar. —Me temo que ah sido mi culpa, te eh consentido demasiado.— 


Sans levantó la mirada en señal de ruego. —N-no mi señor, perdone por favor mi insolencia, ah sido todo mi culpa, no debe preocuparse porque se vuelva a repetir yo me puedo inculcar disciplina.— Si Andelko quería lo podría bajar de rango, podría ponerlo junto a los degolladores en la cocina a llenarse las manos de tripas humanas, o podría correrlo con los cazadores a un estilo de vida inmundo y vil, Sans no podría sobrevivir a éso.

Andelko, aún siendo un monstruo severo sin calidez en el corazón, apreciaba.... A su manera, a Sans, había Sido lo único más cercano a un amigo para él, y aunque Sans le temiera de sobremanera, sabía que su lealtad estaba con él, así sea por conveniencia. 

—Encaminate a las afueras, el trayecto es largo y no quiero que mi príncipe conozca tu insolencia de primera mano.— 


Sans bajó la mirada avergonzado, pero asintió obediente, Andelko le tomó la mejilla y besó suavemente sus labios en señal de despedida antes de dejar la catedral en silencio, dejando a Sans presionando los dedos contra sus palmas.

El era fuerte, su padre lo entrenó muy bien en su juventud, creció viendo a su gente morir y aún a pesar de soportar el asedio de la guerra y el pesar de las almas de sus hermanos caídos, soportar la ira de su amo jamás le sería posible, era más fuerte, rápido y letal, pero lo que más temía Sans era la facilidad con que Andelko podía tomar una vida aún siendo una inmortal como su especie.


Escupió la bilis de su boca, maldijo para sus adentros y en el mismo silencio que lo dejaron, el rubio vampiro se encaminó a las caballerizas.

_____________________

—Maldicion, si no llegamos ya, voy a vomitar.— Barrel hizo la quinta arcada en el viaje, la camioneta de los matones se había llenado de golosinas, bebidas y postres, a Shock le había comenzado a dar hambre y al ir manejando un dulce era lo más simple de comer con una mano.


—Barrel si sigues haciendo éso juro que te saco.— 


—No mames, pues manejas horrible ¿Cómo quieres que no me mareé?— 


—Shock tiene razón, es asqueroso.— 


Barrel viró los ojos molesta. Llevaban 15 horas de viaje desde que salieron de Francia y Du Sang llevaba cuatro consciente. De alguna manera no se incomodo, de echo se extraño al encontrarse recostado sobre el regazo de "Lock", él le acariciaba el cabello preocupado mientras masticaba un chocolate de avellana, Du Sang lo podía oler. 


—Despertaste, Shock baja la velocidad, puede que esté desorientado.— 


—Buenas tardes su majestad— Barrel y Shock le sonrieron a través del espejo retrovisor más... Relajados, ignorando completamente el eco de que hace unas horas lo habían secuestrado. 


—Una disculpa por la... Bala— Shock lo miró incómodo, Du Sang no sabía cómo reaccionar al respecto, cohibido se mantenía pasando la mirada por sus tres acompañantes. .


—¿A dónde me llevan?—

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

3 Andelko Branimir

 —Mi señor, me informan el trío de imbéciles que envío para traer al Mon seigneur que están en camino... Al parecer alguien hirió al príncip...